Batalla por la vida en la Patagonia argentina

350.org
4 min readDec 28, 2016

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por Débora Gastal

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Explotación de fracking con lago detrás. En la Patagonia Norte, la naturaleza lucha por el espacio con la industria de los combustibles fósiles. Crédito: Débora Gastal / 350.org

En la región de Neuquén, en la Argentina, el impresionante paisaje de la Patagonia norte se ve perturbada repentina y repetidamente por la industria de los combustibles fósiles. Delgadas carreteras e incontables torres de fracking cortan la infinita llanura, pues su subsuelo esconde una de las mayores reservas de petróleo y gas de América Latina: Vaca Muerta.

Alrededor de 925 millones de barriles equivalentes de petróleo están almacenados a 3.000 metros bajo tierra en un área de unos 30.000 kilómetros cuadrados entre las provincias de Neuquén, Río Negro, La Pampa y Mendoza.

Foto aérea de Vaca Muerta, mostrando las muchas carreteras y pozos de fracking que recortan la región. Crédito: Marcel Ricardo Ribeiro/ COESUS Latinoamérica

Acompañé al equipo de 350.org América Latina durante un viaje a esta región a principios de Diciembre de 2016, momento en el que mostramos nuestra solidaridad con los grupos que luchan contra el fracking — y, en definitiva, por la vida — allí. El dolor que los daños causados por la industria de los combustibles fósiles causa a su tierra, sus animales y su cultura se siente físicamente: lloras, no solo porque su lucha es dura y la realidad es injusta. Lloras porque los ojos te escuecen por la poca calidad del aire en algunas áreas y porque se te secará la boca y no puedes fiarte siquiera del agua.

Se estima que hay unos 1.100 pozos de fracking actualmente en exploración en Argentina. Muchos de ellos se erigen en medio de áreas productivas. Es de la Patagonia Norte que procede más del 90% de la producción de manzanas y peras de la Argentina.

Unos cuantos metros separan el punto de perforación del fracking de una plantación de manzanas en Allen. Crédito: Débora Gastal / 350.org

Sebastián Hernández es el presidente de la Cámara de Fruticultores de Allen, ciudad de la Provincia de Río Negro a 30 km de Neuquén. Dice que la perforación no sólo contamina el agua, sino que tiene otros efectos secundarios, ya que el ruido molesta a personas y animales y las potentes luces atráen insectos nocturnos que dañan las frutas. El cultivo de manzanas y peras es una actividad centenaria de la Patagonia Norte, y la gente ve ahora como su medio de vida les está siendo arrebatado por enormes multinacionales.

Pero el fracking no sólo está destrozando la economía regional. También está arruinando toda una cultura. Comunidades centenarias de la etnia mapuche están sufriendo que sus tierras ancestrales sean invadidas por camiones, oleoductos y maquinaria de fractura hidráulica. Tradicionalmente han dependido de la cría de caballos, vacas y ovejas, pero ahora ven como sus animales mueren por beber de los ríos y no tienen recursos para comprar agua mineral para su consume personal todos los días.

Cuando visitamos la localidad de Rincón de los Sauces, a 240 km de Neuquén, la comunidad mapuche de Newen Kura estaba siendo expulsada. José Ávila Villawal, miembro de la comunidad, explica que no sólo es una cuestión de perder tierras. Es una cuestión de pertenencia y de la lucha por el más básico de los derechos: la vida.

Cuando el fracking llega, la degradación medioambiental, social y económica llegan con él. Es por eso que personas de todo el mundo están peleando para acabar con esta industria.

Un ejemplo de la destrucción es el pequeño pueblo de Añelo, a 105 km de Neuquén. Su población se ha duplicado desde que Chevron llegó a la región en 2013. Pero más gente no ha significado más desarrollo. De hecho, todo lo contrario: la ciudad ahora se enfrenta a un aumento de accidentes y enfermedades causadas por el elevado tráfico de camiones y las terribles condiciones del aire y el agua que ha traído la industria del fracking. Y ni siquiera hay un hospital en el pueblo, sólo una habitación pequeña con los servicios más básicos.

En las calles sin asfaltar de Añelo, es más fácil encontrar baches que personas. Crédito: Marcel Ricardo Ribeiro / COESUS Latinoamerica

José Chandia fue el primer concejal de América Latina en proponer una ley para prohibir el fracking a nivel local. Desde 2012, el uso de esta técnica está prohibido en Cinco Saltos , una ciudad a 20 km de Neuquén. Explica como la aprobación de la ley no es la solución completa. La conciencia y la movilización son esenciales para ganar la batalla.

Sus ejemplos están siendo replicados en muchos lugares, tanto en la Argentina como en el extranjero. En Brasil, por ejemplo, más de 200 ciudades ya han prohibido el fracking en sus territorios, con la esperanza de que esta técnica no llegue a empezar a usarse en el país — a pesar de la desatención del gobierno federal.

Además de sus impactos locales, el fracking contribuye de manera intensiva al calentamiento global, ya que emite grandes cantidades de CO2, metano y otros gases de efecto invernadero. ¡Debemos detenerlo!

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